ESTE SÁBADO 27 TENDREMOS REUNIÓN A LAS 19:30hs NO FALTES!!

Dicotomia o Tricotomia

Dicotomía o Tricotomía

A. Unidad bipartita

La primera presenta el alma y el espíritu como sinónimos, y sostiene que el hombre está compuesto de dos partes bien definidas: El cuerpo (parte material) y el espíritu (parte inmaterial).

En realidad tanto el alma como el espíritu se usan en la Biblia para referirse a la parte inmaterial del hombre.

Alma : Mt. 10:28; Hch. 2:31; 1ª P. 2:11; Lc. 1:46-47

Espiritu: 1ª Cor. 5:3; 6:20; 7:34; Stg. 2:26

De igual manera, los mismo principios se atribuyen tanto al alma como al espíritu.

Mr. 8:12 Juan 11:33 Juan 12:27 Juan 13:21 Mt. 26:38 2ª Cor. 7:1 1ª P. 2:11 Heb. 10:39

Stg. 5:20 1ª Cor. 5:5

Con respecto a los que mueren, a veces se dice que son almas y otras veces que son espíritu: Gén. 35:18; 1ªR. 17:21; Mt. 27:50; Jn, 19:30; Hch. 2:27, 31; 7:59; Heb. 12: 23; 1ª P. 3:18; Ap. 6:9

De la misma se nos presenta a Dios como Espíritu y como alma: Is. 42:1; Jer. 9:9; Mt.12:18; Jn. 4:24; Heb. 10:38

Sin embargo, algunos versículos parecen indicar que el alma y el espíritu son términos diferentes. 1ªTes. 5:23; He. 4:12; Lc. 1:46-47

Cuerpo, alma y espíritu no son otra cosa que la base real de los tres elementos del hombre: Consciencia del mundo, consciencia propia y consciencia de Dios.

La corrupción del ser creado

Las Escrituras, por supuesto, enseñan de principio a fin que toda la humanidad es totalmente depravada. Pablo dice que los no redimidos están muertos en[..,] delitos y pecados» (EF. 2.1).

Fuera de la salvación, toda persona camina en mundanalidad y desobediencia (v. 2).

Quienes conocemos y amamos al Señor, "vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos y éramos por naturaleza hijos de ira como los demás» (v. 3).

«Estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo» (v. 12).

En esos pasajes Pablo describe el estado de los incrédulos como extraños para Dios. Es que ellos odian a Dios, no que ellos son intimidados por Él.

Es más. Pablo dice que «no hay temor de Dios» en la persona no regenerada (Ro 3.18).

Antes de nuestra salvación, éramos enemigos de Dios (Ro 5.8,10).

Éramos «extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras" (Col 1.21). «Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte» (Ro 7.5).

Estábamos manchados por el pecado en todo nuestro ser. Éramos corruptos, malos y totalmente pecadores.

Los teólogos se refieren a esto como doctrina de la depravación total. Esto no significa que todos los incrédulos son siempre tan malos como podrían ser (cf. Lc 6.33; Ro 2.14). Esto no significa que la expresión de pecaminosidad de la naturaleza humana está siempre viviendo en el desborde. No significa que los incrédulos son incapaces de actos de amabilidad, benevolencia, buena voluntad o altruismo. Esto ciertamente no significa que los no cristianos no pueden apreciar la bondad, la belleza, la honestidad, la decencia o la excelencia. Lo que si significa es que nada de esto tiene mérito alguno delante de Dios.

La depravación significa también que el mal ha contaminado todo aspecto de nuestra humanidad: nuestro corazón, mente, personalidad, emociones, conciencia, motivos y voluntad.

(Jeremías 17:9; Juan 8.44).

Los pecadores no redimidos son, por tanto, incapaces :

de hacer algo que complazca a Dios (Is 64.6).

de amar realmente al Dios que se revela a sí mismo en las Escrituras.

de obedecer de corazón con motivos justos.

de entender verdades espirituales.

de una fe genuina.

de agradar a Dios o buscarle verdaderamente (Heb 11:1).

Depravación total significa que los pecadores carecen de habilidad para hacer bien espiritual u obrar para liberarse a sí mismos del pecado.

No están inclinados en lo más mínimo a amar la justicia y, están tan completamente muertos en pecado, que están imposibilitados de salvarse a sí mismos y aun de procurar por sí mismos la salvación de Dios. La humanidad incrédula no tiene capacidad para desear, entender, creer o aplicar la verdad espiritual porque…

«el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente» (lª Cor 2.14).

Pese a todo esto, la gente está orgulloso de sí misma.