ESTE SÁBADO 27 TENDREMOS REUNIÓN A LAS 19:30hs NO FALTES!!

Dios se hizo hombre


EL LENGUAJE HABLADO ES EL MEJOR MEDIO DE COMUNICACION

Dios desea revelarse a nosotros. El lo hace con medios que son comprensibles al hombre, o sea, el lenguaje escrito y hablado. Hemos visto cómo Dios se revela por medio del lenguaje escrito. Ahora veremos cómo El se revela al hablar.
Suponga que usted ha tenido correspondencia con una persona por muchos años; sin embargo, nunca le ha visto. Naturalmente, desearía conocerle mejor por medio de una relación directa. No se puede lograr conocimiento cabal de una persona solamente por cartas. El contacto directo es mucho mejor. Parece que la comunicación hablada es de una naturaleza mas íntima y completa que la de las letras. Cuando el lenguaje hablado es añadido al lenguaje escrito, la comunicación es enriquecida. Si uno de ellos está ausente, habrá un vacío. Por supuesto, si ambos están ausentes, la comunicación queda totalmente anulada. La comunicación efectiva siempre se lleva a cabo por estos dos medios.
Si la intención de Dios es revelarse a nosotros, necesita hacerlo al hablar. ¿Pero cómo habla Dios? ¿Suena trompeta desde los cielos? Si fuera así, estaríamos todos aterrorizados. Todos huiríamos de El. Ninguno se atrevería a escucharle. Habría un abismo entre El y nosotros. El, siendo tan grandioso y elevado, nos alejaría hacia fuera de Su santidad. Entonces, ¿cómo habla El?
¿Ha llegado Dios a ser hombre para revelarse a nosotros a través de Su hablar? Usemos una vez más el método hipotético. ¿Qué sucedería si Dios se revelara por medio del lenguaje humano? ¿Qué sucedería si El se hiciera un hombre y tuviera comunión con los hombres? ¡La implicación aquí es tremenda! ¡Esto significaría que en este mundo, entre todos los seres humanos a través de la historia, hubo una persona que no era solamente hombre, sino que también era Dios! Si es admitido que Dios se hizo hombre, debe de haber un mortal que también era divino. Tenemos que informarnos de El.

REQUISITOS PARA QUE UN HOMBRE SEA DIOS
Esta es una tarea complicada. Emplearemos el método efectivo que hemos adoptado, esto es, debemos establecer algunos principios. Entonces investigaremos de acuerdo con estos requisitos e instrucciones. Queremos basar nuestra evaluación en el modo de vida que una persona debe poseer y qué requisitos debe tener si él es Dios.
La primera condición que esta persona debe cumplir es que debe declarar que él es Dios mientras esté en esta tierra. No debe excusarse de tal afirmación. Debe declarar enfáticamente que El es Dios. Sólo entonces conoceremos quién es El. Sin esta declaración, no hay manera de establecer su identidad. Por consiguiente, esta declaración es nuestro primer requisito.
Segundo, la manera que esta persona vino al mundo debe ser diferente de la nuestra. Si yo digo que soy Dios y, no obstante, nací de la misma manera que los otros mortales, mis palabras carecen de peso. Si por otra parte hubiera caído del cielo, mi afirmación será tomada seriamente. De la manera que esta persona llegara a existir sería extraordinario. El debe venir en una manera absolutamente diferente; de otra forma, sus palabras no tendrían el peso necesario.
Tercero, este hombre debe tener un nivel moral más elevado que el de otros seres humanos. Debe tener la santidad de Dios, y su vida debe llevar la marca de la justicia de Dios. Por ejemplo, si yo llegara a ser un pajarillo y viviera exactamente como los otros pajarillos sin mostrarles a ellos algo extraordinario, no los podría convencer que yo era en realidad un hombre. Si Dios se hizo hombre, Su comportamiento moral debe ser del más alto nivel. Esta es la única manera que nosotros podemos identificarlo a El como Dios.
Cuarto, si una persona es Dios, debe ser capaz de hacer cosas que ningún otro mortal puede hacer. Si él puede realizar lo que nosotros no podemos hacer y conocer lo que nosotros no conocemos, podemos decir que El es verdaderamente Dios.
Por último, esta persona debe ser capaz de decirnos el propósito divino concerniente al hombre. ¿Cuál fue el propósito de Dios al creer al universo y al hombre? ¿Cómo cuida de las penas y sufrimientos del hombre? ¿Cuál es el origen y la solución final de todo en el universo? ¿Qué actitud debemos tener hacia Dios? Todo esto El tiene que revelarnos. A no ser que esta persona nos muestre lo que no vemos, no podríamos decir que nos ha revelado algo.

EL HIJO Y EL PADRE SON UNO
¿Qué dijo Jesús de Nazaret acerca de El mismo? En Juan 10:30 El dijo: “Yo y el Padre uno somos”. Aquí necesitamos una explicación. En la Biblia el Dios invisible es llamado el Padre. El Hijo manifiesta y expresa al Padre. El que está escondido es el Padre, y el que es expresado es el Hijo. El Hijo puede ser visto y tocado y el Padre está detrás. Delante, tenemos al Hijo. En realidad los dos son uno. Hay dos lados de una misma realidad. Cuando hablamos acerca de los dos, nos referimos al hecho de que uno está escondido mientras que el otro está revelado. Cuando hablamos acerca de uno, decimos que el revelado es simplemente la manifestación del que está escondido. Esta es la interpretación bíblica del Padre y del Hijo.
Por lo tanto, cuando Jesús de Nazaret en cierto ocasión dijo: “Yo y el Padre uno somos”, ésta fue una declaración que nadie podía hacer. Este hombre en realidad estaba diciendo que El y el Dios invisible son una misma entidad. El es Dios, y Dios es El. Dios es el Padre invisible, y El es el Hijo manifestado. ¡El Padre y el Hijo son uno! ¿Quién puede ser éste que hizo tal proclamación? ¿Está loco? ¿Está El tratando de engañarnos?
Después de que Jesús hizo tal declaración, ¿qué reacción observamos? “Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de Mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por blasfemia; porque Tú, siendo hombre, te haces Dios” (vs. 31-33). Los judíos entendieron muy bien las palabras de Jesús y su significado cuando El proclamó ser Dios. Después de oír estas palabras, querían apedrearlo hasta la muerte. Jesús hizo una proclamación, y los judíos hicieron una acusación, ambos con respecto a Su divinidad. ¿Estaba Jesús demente? ¿Habló El puras tonterías para provocar que la gente lo matara? O, ¿era El un estafador maquinando algo? Si así hubiera sido, ¿qué estaba tratando de ganar? ¿Estaba El buscando la muerte?

HABLA COSAS DEL CIELO
Leamos Juan 3:31-32: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que procede de la tierra, es de la tierra, lo que habla procede de la tierra; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe Su testimonio”. El dijo que vino del cielo y que El estaba sobre todos. Después volvió a repetir otra vez las mismas palabras. Veamos cuál es el propósito de estas palabras. El vino a predicar las cosas del cielo, pero nadie recibió Sus palabras. El usó palabras como “el cielo”, “sobre todos”, “del cielo”, etc. ¿Qué clase de hombre fue El? Confucio nunca dijo esto. Ni tampoco lo dijo Buda, ni Mahoma. ¿Era Jesús de Nazaret un loco, un mentiroso, o el Hijo de Dios?
Juan 5:17 dice: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yo también trabajo”. El siempre se puso en el mismo lugar del Padre. El versículo 18 dice: “Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de sábado, sino que también llamaba a Dios Su propio Padre, haciéndose igual a Dios”. Ahora que leemos sus palabras, tal vez las consideremos comentarios ordinarios. Pero los judíos sabían lo que El estaba diciendo. Ellos sabían que El se estaba haciendo igual a Dios. Las palabras en realidad decían que Dios es Su Padre y que El vino para expresar a Dios. El invisible es Dios, y el visible es El. Por consiguiente, los judíos le buscaban para matarle. ¿Qué debemos hacer con una persona tan peculiar?Los judíos estaban confusos, totalmente perplejos. ¿Quién era este hombre? El antepasado de los judíos era Abraham. Ellos se jactaban de ser descendientes de Abraham. El nombre de Abraham fue altamente venerado entre los judíos. Ahora los judíos trajeron el nombre de Abraham en la conversación. Por favor lea Juan 8:53: “¿Eres Tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a Ti mismo?”. ¿Cómo les contestó Jesús? ¿Fue El más grande o más pequeño que Abraham? En el versículo 56 Jesús dijo: “Abraham vuestro padre se regocijó de que había de ver Mi día; y lo vio, y se gozó”. ¿Qué es esto? ¡Hasta Abraham tenía que mirar adelante hacia Jesús! El versículo 57 dice: “Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”. Ahora por favor preste atención a lo que Jesús contestó en el versículo 58: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo soy”. Díganme quién es éste hombre. Si les dijera a ustedes que yo ya era antes que Abraham naciera, inmediatamente me clasificarían como lunático. Algunos dirían que soy mentiroso. Las palabras que Jesús habló lo hacían a El un loco, un mentiroso, o Dios. No hay una cuarta alternativa.

UN JUICIO
¿Quién es Jesús de Nazaret? ¿Qué diría usted? ¿Es El simplemente el fundador de la religión cristiana? ¿Es El simplemente un ejemplo de sacrificio personal y humanitarismo? ¿Es El un reformador social? ¿Es El un consejero universal por amor, paz y libertad? Escuchen lo que El dijo acerca de Sí mismo. El dice que El es Dios. ¿Cuál es su conclusión? ¿Es El un lunático o un mentiroso? ¿Es El un fraude, o es El Dios? Esta es una pregunta vital.
¿Puede ser El un loco? Si usted lee las biografías en los evangelios y observa Su vida y Su comportamiento, concluirá que no solamente estaba sano sino también balanceado, sobrio y firme. Si hay una persona perfecta, libre de defectos en el mundo, tal persona es El. Su mente era clara, y Su mentalidad alerta. Si estudia Sus hechos y Sus palabras cuidadosamente, confesará que Sus pensamientos eran muy lógicos y consistentes, y Su conducta apropiadamente atractiva. A Sus opositores solamente tenía que decirles algunas pocas palabras y los argumentos contrarios a El eran derrotados. No tenía ni trazas de desequilibrio. Un hombre desequilibrado nunca hubiera podido hacer lo que El hizo.SU PALABRA ES VERDAD
Una vez conocí una persona que deseaba hablar conmigo en cuanto a nuestra fe. El leyó algunos libros acerca de Jesús y admitió que Jesús tenía un alto nivel de moralidad. El consideraba a Jesús el hombre perfecto, un modelo para la humanidad. Pero no podía creer que Jesús era Dios. Yo dije: “Si usted admite que El tiene un alto nivel de moralidad, entonces El por lo menos no es un mentiroso. Si usted está de acuerdo que El no es un mentiroso, entonces tiene que aceptar Su proclamación de divinidad como verdad. El repetidamente aseguró que El es Dios. Si usted admira Su moralidad, usted tiene que reconocer Su divinidad. ¡Jesús de Nazaret es Dios”!LA

PALABRA SE HIZO CARNE
Por favor lea Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”.
El versículo 14 dice: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros (y contemplamos Su gloria, gloria como la del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. ¿Qué es el Verbo mencionado en los versículos 1 y 14? El versículo 1 habla de la relación que el Verbo tiene con Dios. En referencia a cuando, el Verbo estaba desde el principio. En referencia a dónde, el Verbo estaba con Dios. En referencia a qué, el Verbo era Dios. Hoy, la Palabra se ha hecho carne; El se puso un cuerpo humano y habitó entre los hombres. En referencia a cómo habitó, dice que El está “lleno de gracia y verdad”, y “nosotros contemplamos Su gloria, gloria como la del Unigénito del Padre”. ¿Quién es éste? El es Jesús de Nazaret.
Hemos visto solamente una de las cinco calificaciones mencionadas anteriormente. Solamente Jesús de Nazaret satisface la primera condición. Esto comprueba que El es Dios. Continuaremos para ver las otras cuatro condiciones o requisitos. Jesús de Nazaret debe satisfacer los otros cuatro requisitos antes que concluyamos que El es Dios.

EL NACIMIENTO DE JESUS
Para que Dios se hiciera hombre, tuvo que venir al mundo de una manera muy diferente a la de los demás seres mortales. Nosotros venimos al mundo por medio de nuestros padres y fuimos concebidos en nuestras madres. Para determinar si Jesús de Nazaret es una persona ordinaria o el Dios encarnado, necesitamos examinar Su nacimiento. Si Su nacimiento no difiere del nuestro, tenemos que concluir que El no es nada más que un hombre. El no sólo tiene que satisfacer el primer requisito, sino que también necesita pasar el segundo. No crea apresuradamente en una persona simplemente porque él proclama ser Dios; tenemos que probarlo con nuestro segundo criterio. Si en verdad es Dios, tiene que nacer de una manera extraordinaria.
Si estudiamos el nacimiento de Jesús, encontraremos que fue muy diferente del nuestro. El nació de una virgen. Dos evangelios del Nuevo Testamento, el de Mateo y el de Lucas, nos cuentan este hecho. Jesús nació de una virgen, María.

NACIO DE MARIA
Quizás deberíamos leer la genealogía de Jesús en el Evangelio de Mateo. Hay cuarenta y dos generaciones en la genealogía. Empezando desde la primera generación, repetidas veces dice: “Este engendró a éste”. Esta frase se repite hasta el versículo 15, que dice: “Y Eliud engendró a Eleazar; y Eleazar engendró a Matán; y Matán engendró a Jacob”. El versículo 16 continúa: “y Jacob engendró a José”. Lo sorprendente es que la siguiente parte de la frase no continúa con: “José engendró a Jesús”. Más bien dice: “José, marido de María, de la cual nació Jesús, quien es llamado el Cristo”. Cuando la línea llega a José, el patrón termina. Esto es porque Jesucristo nació de la virgen María. Su forma de nacer fue muy diferente a la nuestra.

LA PRESCIENCIA DE SU MUERTE
Hemos visto que el modo en que vino al mundo fue diferente. Ahora queremos ver la manera en que partió del mundo. Como veremos, eso también fue contrario a nuestras muertes ordinarias. Nadie puede jamás predecir el lugar, la hora y la manera que él o ella vaya a morir. En cien años, todos los que estamos aquí estaremos muertos. Pero nadie sabe cómo vamos a morir. Sin embargo, Jesús de Nazaret preveía Su propia muerte. El sabía exactamente cuándo, dónde y cómo iba a suceder.

MURIO EN LA CRUZ
Una vez cuando alguien le dijo que lo iban a matar, El contestó que no era aceptable que un profeta pereciera fuera de Jerusalén (Lc. 13:33). El sabía que iba a morir en Jerusalén. Un día, les dijo a Sus discípulos que la hora había llegado. No sólo sintió la inminencia de Su muerte, pero aún les dijo a otros que la hora de Su muerte había llegado. El también sabía cómo moriría. Varias veces mencionó que sería crucificado. Esto está registrado por lo menos tres veces en Mateo. Este hombre no sólo fue diferente en Su manera de venir al mundo, y Su manera de partir no fue menos extraordinaria. Su nacimiento y Su muerte fueron muy inusuales. ¿Es éste el Hijo de Dios?

SIN PECADO
Consideremos el tercer requisito. ¿Qué clase de moralidad tuvo Jesús de Nazaret? ¿Era El lo mismo que somos nosotros? ¿Pecó El alguna vez?Me gusta la frase que Jesús habló en Juan 8. Muchos en aquel entonces se le oponían. Le rodeaban y lo investigaban. Les respondió con una pregunta: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (v. 46). ¡Este era un tremendo reto! ¿Quién de nosotros se atrevería a ponerse delante de todos y a retar para que lo redarguyeran de pecado? Cualquiera que se atreviera a tal cosa sería avergonzado al momento que su esposa se ponga de pie para testificar contra él. Quizás en menos de cinco minutos siete u ocho personas inmediatamente se levantarían para exponer sus mentiras e infidelidad. Pero cuando Jesús hizo tal declaración, nadie pudo redargüirlo de pecado. Ha habido un gran número de santos y de sabios durante las edades, pero ninguno fue lo suficientemente atrevido para proclamar ser perfecto y sin pecado. ¿Por qué solo Jesús se atrevió a hacer tal proclamación?
Todo lo que puedo decir es que este hombre es un gran arrogante o un gran santo. Una persona orgullosa puede hablar de una manera extravagante porque no se conoce a sí misma; no se da cuenta de qué clase de persona es. Pero cuando Jesús retó: “¿Quién de ustedes me redarguye?”, no pudo ser humilde ni cortés acerca de ello. El no tiene pecado, y El es un gran santo.
Jesús de Nazaret no es como Confucio, que dijo que si más tiempo le fuera concedido, eliminaría las grandes imperfecciones morales. Jesús no tiene pecado. Cuando El hizo tal declaración, la hizo delante de Sus enemigos. Si hubiera habido la más ligera falta de conducta de Su parte, los judíos lo habrían pescado de inmediato. Los judíos no son escritores prolíficos; no han producido muchos otros libros aparte de las Santas Escrituras. Pero después de Jesús, muchos libros fueron escritos por los judíos para contradecirle. Todos esos libros niegan Su divinidad, pero no tocan Su moralidad. Ninguno de los escritos que le oponen pueden probar que Jesús pecó alguna vez.

SIN NECESIDAD DE ARREPENTIRSE
Cada filósofo o fundador de una religión, en un tiempo u otro, ha dicho: “Me arrepiento”, o “Me disculpo de tal y tal cosa. Haré lo mejor que pueda de ahora en adelante”. Pero Jesús de Nazaret nunca se arrepintió. Un pecador tiene necesidad de arrepentirse. Pero, ¿de qué tiene que arrepentirse un hombre sin pecado? Jesús nunca se disculpó ante nadie; El nunca le hizo a nadie ningún mal.
Lo asombroso es que Jesús de Nazaret nunca dijo a nadie: “Lo siento”. El nunca se disculpó. ¿Sería El tan malo como para ignorar completamente Su conciencia? ¿Era inconsciente de Sus propios errores? O, ¿es El verdaderamente sin pecado? Si así es, El no puede decir: “Lo siento”. Para El no se trata de humildad ni de cortesía, sino de mantener Su posición.

CALMA Y MAJESTAD
No puedo enumerar todos Sus hechos. Todo lo que hizo lleva tal marca de nobleza que en lo absoluto no hay falla en Su comportamiento. Mencionaré brevemente la traición como un ejemplo final. Era muy tarde en la noche, y unos hombres armados con antorchas, lanzas y espadas llegaron para arrestar a este Jesús que tenía las manos vacías. Les preguntó: “¿A quién buscáis?”. Ellos dijeron: “A Jesús nazareno” (Jn. 18:7). El contestó: “Os he dicho que Yo soy” (v. 8). A esa misma palabra, la pandilla de mercenarios cuyas mentes estaban decididas a capturarlo cayeron a la tierra. Si el mismo Jesús no se les hubiera entregado voluntariamente, nunca habrían podido capturarlo. ¡Tal calma y majestad puede haberse visto solamente en El!
En cuanto al traidor, Jesús sabía desde el primer día su intención. No obstante El le permitió que le siguiera y aún le permitió guardar el dinero. Todo el tiempo Jesús sabía que el dinero estaba siendo robado por él. ¿Quién puede demostrar tal perseverancia y rectitud? Aquí está un hombre que es absolutamente diferente de todos los demás. En cada aspecto, se ha probado que El es el Hijo de Dios.

EJECUTO HECHOS IMPOSIBLES
El cuarto requisito que mencionamos es que el que proclame ser Dios encarnado debe ser capaz de ejecutar lo que una persona común y corriente no puede. ¿Ejecutó Jesús de Nazaret algunos actos sobrenaturales? Nosotros no somos Sus contemporáneos; hace casi dos mil años que El andaba en la tierra. Naturalmente, no podemos ser Sus testigos. Pero una cosa es cierta: los apóstoles que siguieron a Jesús registraron, predicaron y testificaron de las cosas concernientes a El. Los cuatro evangelios fueron completados dentro de los treinta años después de Su partida. La mayoría de los judíos que vivieron entonces vieron a Jesús. Si los registros de los apóstoles fueran falsos, habrían sido repudiados hace mucho. Sin embargo, los judíos sólo negaban que Jesús es el Hijo de Dios. Ellos nunca negaron lo que hizo, porque todo lo que El hizo era cierto.
Hoy, cuando leemos los cuatro evangelios, no tenemos recelo de su autenticidad. Si había un error ligero cuando fueron escritos, habría graves problemas porque muchos de los contemporáneos realmente habían visto y oído a Jesús. No había ninguna oportunidad para fabricaciones. Por lo tanto, estos libros no pueden ser un engaño. Si los judíos no pudieron atacar estos libros, hay aun menos base para ataques ahora.

PROBADO POR LOS MILAGROS
Examinemos algunos de los hechos de Jesús de Nazaret. Mateo 11:2 y 3 dice: “Y al oír Juan, en la cárcel, de las obras de Cristo, le mandó un recado por medio de sus discípulos, y le dijo: ¿Eres Tú el que había de venir, o hemos de esperar a otro?”. Juan quería asegurarse de que Jesús era el Cristo enviado de Dios. Si no lo era, Juan esperaría a otro.
Los versículos 4 y 5 dicen: “Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis: Los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”. Jesús no contestó ni con un “sí” ni con un “no”. Sólo le pidió al mensajero que le dijera a Juan de las cosas que se oían y se veían. El quería que Juan pensara acerca de ellas y decidiera por sí mismo si Jesús era el Cristo. Jesús probó Su divinidad con los milagros que hizo. Aquí está un hombre que logró lo que era imposible para seres humanos. Uno tiene que confesar que El es Dios.

PROCLAMO SER DIVINO
Juan 10:24 dice: “Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo tienes en suspenso nuestra alma? Si Tú eres el Cristo, dínoslo claramente”. Por una parte, los judíos endurecieron sus corazones y rehusaron aceptar Su divinidad, y por otra, estaban desconcertados por los muchos milagros sobrenaturales que El hacía. Se congregaban a Su alrededor y le presionaban para que diera una respuesta. Hay una cosa en la que Jesús nunca cedió: proclamó ser divino. El hacía lo que los seres mortales no podían. Esos hechos testifican de Su divinidad. El le dijo claramente a la gente: “...las obras que Yo hago en nombre de Mi Padre, ellas dan testimonio de Mí” (v. 25). Por una parte, El hizo Su proclamación, y por otra, hacía milagros para justificar Su proclamación.

CREERLE POR SUS PROPIAS OBRAS
En Juan 14:11 El les dijo a Sus discípulos: “Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí”. Esto equivale a decir que El es el Padre invisible. “Y si no, creedme por las mismas obras”. Si El no hubiera hecho algo imposible, esta palabra no habría tenido ningún valor. Si El no hubiera hecho ningún acto extraordinario, le habrían preguntado: “¿Qué obras has hecho? No sabemos de lo que estás hablando”. Pero los discípulos sabían de los hechos que El hizo. Todos esos hechos comprueban que El es el Hijo de Dios.

EL MOSTRO LO QUE DIOS ES
Tenemos que examinar a Jesús de Nazaret para ver si satisface el quinto requisito. Si El es Dios, tiene que mostrarnos lo que es. ¿Es El bondadoso, o es severo? ¿Es gentil o es fiero? ¿Qué clase de Dios tenemos? De hecho, Jesús nos mostró lo que es Dios.
Esto es tan maravilloso. El Dios eterno e invisible es ahora visto por nosotros. No hay necesidad de evocar a un Dios intocable y más que trascendente ni imaginar cómo es; El mismo se nos ha revelado. El ha morado entre nosotros y ha andado entre nosotros. Jesús de Nazaret es el mismo Dios que mora entre el hombre y con él. El nos ha manifestado la naturaleza y los atributos de Dios. Ya no hay necesidad de buscar a Dios porque El se reveló a Sí mismo. Nuestra mentalidad es demasiado limitada. Nuestras manos son demasiado cortas, y nuestro punto de vista demasiado estrecho. Si se nos dejara solos para estudiar y buscar a Dios, sólo podríamos concluir que El es el desconocido. Ahora sabemos que Dios desea revelarse. De hecho, El ya se nos reveló.
Hemos dicho que los dos medios por los que Dios se comunica con nosotros son el lenguaje escrito y el hablado. Por esta razón, la Biblia y Jesús de Nazaret son los dos factores indispensables de nuestra fe. Cuando se quita cualquiera de ellos, Dios se vuelve el problema más grave en el mundo. Hebreos 1:1 dice: “Dios, habiendo hablado parcial y diversamente en tiempos pasados a los padres en los profetas”. Estas palabras constituyen la Biblia. “Al final de estos días nos ha hablado en el Hijo” (v. 2). Este es Jesús de Nazaret. Cualquiera que está en Cristo ahora puede conocerle. Oír las palabras de Jesús de Nazaret es oír las palabras de Dios.
Querido lector, ¿cuál es su actitud para con Jesús de Nazaret? Tomás confesó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28). Pedro proclamó: “¡Tú eres ... el Hijo del Dios viviente!” (Mt. 16:16). Marta dijo: “Yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn. 11:27). Aun el centurión romano exclamó a la vista de Jesús colgado en la cruz: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mt. 27:54b). Es mi esperanza que usted haga la misma confesión.