ESTE SÁBADO 27 TENDREMOS REUNIÓN A LAS 19:30hs NO FALTES!!

Nuestros límites

INTRODUCCIÓN

Desde sus inicios sabemos que la ciencia contrasta con la fe, justamente porque ambos conceptos son antagónicos.

Conceptos

Fe: Heb 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Ciencia: La ciencia es el conocimiento sistematizado, elaborado mediante observaciones, razonamientos y pruebas metódicamente organizadas.

De la rivalidad a la indiferencia.

Con un vistazo simple de ambas definiciones vemos que es razonable una disputa, mientras la ciencia se basa en observaciones y pruebas concretas, la fe es justamente la convicción de la existencia de algo no observable.

Esta disputa conceptual fue culpable inclusive de varios retrasos a nivel tecnológico a lo largo de la historia en la época del oscurantismo, creando una mayor rivalidad entre los científicos y religiosos.

Una de las cosas más llamativas de los últimos años en relación a la ciencia es el cambio que en ella se ha detectado respecto de la cuestión de un creador o Dios. Ya quedan atrás los tiempos en los que se usaba la ciencia contra la religión. Siglos atrás se defendía el determinismo más absoluto, pensando que la ciencia podría explicarlo todo, controlarlo todo y prescindir, lógicamente, de Dios. Uno recuerda los tiempos en los que se usaba la teoría de la evolución como arma contra la fe en Dios.

Las cosas han cambiado mucho. La filosofía actual parece una crisis de la que le costará levantarse, y ya no rige el ateísmo combativo de los Marx, Freud, Niezsche y Sartre, sino el agnosticismo, propiciado por una filosofía que no conduce a ninguna parte. Ahí está la analítica del lenguaje como ejemplo. La filosofía, hoy en día, ya no ataca ni defiende a la religión, sencillamente porque ha perdido vigor, y reina en ella el escepticismo y la tristeza.

Los avances científicos en el tiempo

No hay hombre alguno sobre la Tierra que pueda ver, que pueda entender por completo lo lejos que hemos llegado y lo rápidamente que nos hemos movido, pero condensemos, los 7.000 años de existencia del hombre sobre la Tierra a un periodo de tiempo equivalente a 50 años:

Sabemos muy poco o nada de los primeros 40 años

Hace diez años el hombre domina los elementos como agua, fuego, metales y herramientas de construcción

La cristiandad se inicio hace menos de 2 años

La imprenta se inventó este año

Hace dos meses la maquina de vapor nos proporciono una nueva fuente de energía

El mes pasado pudimos ya disponer de luces, teléfonos y aviones

La semana pasada dispusimos de la penicilina, la televisión y de la energía nuclear

Hoy contamos con celulares, Computadoras portátiles, satélites que observan toso alrededor del globo, gps, y sin duda alguna la llegada a varios planetas de sondas espaciales.

Esta es una marcha rápida, sorprendente e increíble y semejante forma de avanzar no puede menos que crear nuevos males a la vez que se desembaraza de los antiguos: nueva ignorancia, nuevos problemas y nuevos peligros.

Y menciono una profecía acerca de este fenómeno en Daniel 12:4

Los Límites de la Ciencia

¿Cuáles son los límites de la ciencia? Podríamos dividirlos en tres clases: los límites de lo desconocido, los de lo incognoscible y los de lo impertinente.

Lo desconocido: existen cuestiones, preguntas, misterios que la ciencia todavía no ha penetrado, pero que (confiamos) llegarán a ser resueltos tarde o temprano, conforme la investigación científica.

En este terreno de lo desconocido se encuentran cuestiones como, por ejemplo, la materia oscura, la teoría evolutiva etc. Los científicos están trabajando en ello, y al parecer no existe nada que les impida encontrar, a su debido tiempo, las respuestas.

Lo incognoscible: las cosas que sabemos que nunca podremos saber. Preguntas como qué hubo antes del Big bang, o si existen otros universos paralelos al nuestro van más allá de los poderes del método científico, pues —al parecer— no existe posibilidad de obtener información al respecto. Cierto, los cosmólogos pueden, extrapolando a partir de sus teorías, intentar construir respuestas plausibles, pero comprobarlas resulta imposible. No es que la respuesta no exista, sino que la forma en que está hecho nuestro universo no nos permite explorar para encontrarla.

Lo impertinente: las cuestiones en las que el método científico resulta inadecuado, fuera de lugar. Van desde las muy profundas (¿existe un dios creador del universo? ¿cuál es el sentido de la vida humana?) hasta las muy terrenales y cotidianas (¿cómo resolver problemas políticos, amorosos, éticos..?). En todos estos casos, la ciencia no sólo no tiene nada que decir; debe permanecer al margen del debate.

Ante estos límites, una buena comprensión de lo que es la ciencia nos obliga a tener paciencia para llegar a conocer lo que todavía no conocemos, y humildad para aceptar que hay respuestas que nunca podremos conocer. Pero también a ser lo suficientemente inteligentes para reconocer que hay preguntas que tendremos que responder, sólo que sin su ayuda.